martes, 14 de abril de 2015

Errores científicos en el cine: Interstellar (IV)

Este artículo contiene partes importantes de la trama de la película Interstellar. Es mejor disfrutarla primero antes de seguir leyendo.
Este es el cuarto capítulo, visitar este enlace para leer los anteriores.

Entrando en el agujero negro

Debido al desastre creado por el dr. Mann, la Endurance toma una trayectoria que la dirige hacia el agujero negro. Los tripulantes deberán impulsarse bordeando el astro para escapar de su gravedad.

Lo primero de todo es que necesitarían muchísima potencia y velocidad para conseguir escapar del agujero negro para la distancia a la que llegan a pasar. No olvidemos que a partir del horizonte de sucesos ni la luz puede escapar, así que estando bien cerca la velocidad no es tan alta pero se aproxima bastante. Hablamos quiza de una cuarta o quinta parte de la velocidad de la luz, y esa velocidad no se consigue con motores de propulsión convencionales como los que llevan las naves. Pero vamos a darle el beneficio de la duda de que aprovechando la gravedad del agujero negro como motor alcanzase la velocidad suficiente para escapar.

Sin embargo durante la aproximación les vemos pasar por el disco de acreción. El disco de acreción  es una zona llena de partículas en una órbita espiral que acaba en el interior del agujero negro. Aunque parece una simple nube de gas, se compone de restos de asteroides, cometas, etc y son más bien trozos de roca de distintos tamaños, desde polvo a rocas grandes. Debido a la velocidad y los choques continuos, estas partículas están cargadas de energía, alta energía, y despiden rayos X y gamma, los más energéticos del espectro electromagnético.

Sin embargo la Endurance y cía deben tener algún tipo de escudo mágico que le hace inmune no solo a la alta radiación, sino también a las partículas moviendose a alta velocidad que impactarían en el casco destrozando la nave. Pero la incineración y la fragmentación brillan por su ausencia.

Más adelante Cooper separa su Ranger para darle más posibilidades a la Endurance de salir del agujero negro, siguiendo el camino tomado por TARS que les lleva al centro del astro.

Aquí quizá sea la parte de más fantasía de toda la película, pues vemos como Cooper cruza el horizonte y le lleva minutos alcanzar la singularidad. Pero la realidad es que si la gravedad es tan fuerte que ni escapa la luz, también lo es como para acelerar la nave de forma que le lleve segundos alcanzar el centro del agujero negro. Además, como he comentado antes, existe una gran radiación de rayos X y gamma del disco de acreción atraída por la gravedad que, al igual que una lupa con los rayos del sol, serian concentrados ganando enorme energía y provocando la incineración de la nave incluso antes de cruzar el horizonte de sucesos.

Y por último, están las fuerzas de marea. Estas fuerzas consisten en la diferencia de gravedad de un punto a otro. Por ejemplo, no es lo mismo la fuerza de la gravedad de la Tierra en los pies que en la cabeza. Hay muy poca diferencia, apenas unas millonésimas de Gs en la Tierra, pero cuando se trata de un agujero masivo como Gargantua hablamos de decenas de Gs de diferencia. Y esta diferencia provocaría primero que el Ranger se destrozara en varios trozos e instantes después el cuerpo de Cooper fuera desmenuzado, y a bastante distancia aún de llegar a la singularidad.

Pero siempre cabe la posibilidad de que justo después de cruzar el horizonte de sucesos Cooper y TARS fuesen trasnportados al teseracto, ese hipercubo tetradimensional localizado en la habitación de Murph. Y aquí he de decir que esta muy bien representado en 3 dimensiones un teseracto, donde habría que desplazarse en una dirección para acceder a un momento concreto de la habitación. En un teseracto real seriamos capaces de ver todos los momentos posibles de la habitación a la vez.

Peeerooo... Pasar por morse los datos cuánticos al reloj muestra una incoherencia, ya que Cooper lo esta haciendo en un momento concreto en que Murph no esta presente, y a menos que los impulsos de gravedad puedan grabarse y reproducirse como una cinta, algo que nunca dicen, el mensaje se habría perdido.

Conclusiones

A pesar de estos errores científicos mi opinión sobre la película no cambia: Interstellar es una buena película digna de ver y admirar. Simplemente no es la película "científicamente correcta" que tanto se anuncia. Tiene exactitudes científicas, por supuesto, y es una buena introducción a la relatividad temporal para aquellos que no la conozcan, aunque posiblemente les cueste seguir el ritmo. Pero como toda película tiene licencias creativas para que avance la historia. No es un defecto de la película si no más bien del propio Christopher Nolan, que suele sacrificar coherencias de la trama con tal de que esta avance hacia donde quiere. No digo que sea mal director, al contrario, a pesar de eso consigue que sus películas presenten algo nuevo y emocione al espectador.

Espero que esta serie guste y si el tiempo me lo permite, seguiré con otras películas.
Gracias por leer.

viernes, 10 de abril de 2015

Errores científicos en el cine: Interstellar (III)

Este artículo contiene partes importantes de la trama de la película Interstellar. Es mejor disfrutar primero de la película antes de seguir leyendo.
Este es el tercer capítulo, visitar este enlace para leer los anteriores.

El acoplamiento con la Endurance

El dr. Mann, ese científico notable adiestrado en las mil maniobras para manejar una nave espacial, acopla incorrectamente un Ranger a la Endurance provocando una descompresión catastrófica de la esclusa que provoca la destrucción del Ranger y la explosión de uno de los motores principales de la estación espacial, provocando esto una rotación y un desvío de su órbita.

Empiezo por que esta parte tiene tela.

Cuando la esclusa se despresuriza el aire sale violentamente al vacío del espacio y produce un efecto de motor de propulsión de cohete que mueve la Ranger violentamente. El principio es cierto, un escape de aire se convierte en una fuerza de propulsión. Pero al hacer números la cosa cambia.
La esclusa en la que se encuentra el dr. Mann es un cubo de aproximadamente 2'5m de lado que separa el exterior del interior de la Ranger. Eso nos da unos 15'6m3 de aire, que traducido a masa son unos 18kg. La masa es importante puesto que es su movimiento lo que mueve la Ranger.

No sabemos la masa de la Ranger, pero si un transbordador de la NASA tenía 75 toneladas de peso, suponer 50t parece algo creíble para el tamaño de una Ranger. Y ya puestos voy a suponer que la Ranger acaba moviendose a 10m/s (36km/h) tras 0'25 segundos de descompresión. Si, es mucha suposición pero no tengo datos reales de la Ranger a mano. Además estoy simplificando mucho el cálculo usando la formula F=m*a cuando debería usar formulas más complejas, aunque todas parten del mismo principio.

Para tener una velocidad 10m/s en 0'25s haría falta una aceleración de 40m/s2, y para conseguir esa aceleración en una masa de 50t harían falta 2 millones de Newtons. Es decir, que los 18kg de aire expulsados deberían ejercer una fuerza de 2.000.000N. Para hacernos una idea, los motores de la primera etapa de un transbordador tenian una fuerza de 12.500.000N quemando cientos de kg de combustible por segundo. Es decir, que la fuerza que ejerce el aire de la esclusa descomprimida sobre la Ranger es ridiculamente exagerada para la poca masa de aire que es expulsada. Desde luego si se pudiera conseguir 2 millones de Newtons de fuerza con solo 18kg de gas, los viajes espaciales serian muy cortos y bastante menos complicados.

Tras la increíble despresurización y la explosión la Endurance empieza a rotar sobre su eje vertical con precisión. Eso es tener mucha suerte puesto que ha habido una explosión incontrolada y podría haber girado en cualquier otra dirección. Pero lo importante es que al desaparecer casi por completo uno de los módulos de la nave la posición de su centro de masas se habría alterado y ya no giraría por el eje vertical si no que estaría descentrado, por lo que el acoplamiento sería imposible.

Aún hay más. Cuando Cooper hace girar la nave Lander para igualar la rotación de la Endurance, vemos como los dos tripulantes se ven afectados por la fuerza centrifuga de la rotación. Teniendo en cuenta que la rotación es de 68 revoluciones por minuto y que Cooper y Brand estan aproximadamente a 8 metros del eje de rotación, esta fuerza que afecta a los astronautas es el equivalente a ¡41G! Es decir, que los astronautas acabarían aplastados bajo su propio peso. Resulta sorprendente que habiendose hecho el cálculo correctamente para que la rotación de la Endurance genere 1G de gravedad artificial, con esta secuencia se hayan tomado semejante licencia creativa. Por si esto no era bastante, los astronautas perciben la fuerza centrifuga por un lado, cuando deberían sentirla desde delante.

Por último, cuando la Lander consigue acoplarse, encienden los motores principales para recuperar altitud. Estando la Lander en la posición inferior de la Endurance lo que ocurriría es que ambas naves comenzarían otra rotación pero por un eje horizontal, ya que los motores no estan alineados con el centro de masas de la Endurance. Para ascender deberian usar los motores de maniobra de la parte inferior de la Lander, pero posiblemente no tuvieran potencia suficiente para desviar la caida de las naves.

En fin, todo un cúmulo de despropósitos que no quita que la escena transmita tensión de principio a fin.

La siguiente es la última entrega de los errores científicos de Interstellar.

jueves, 9 de abril de 2015

Errores científicos en el cine: Interstellar (II)

Para ver el anterior capítulo, sigue este enlace.
Durante los siguientes capítulos se pueden desvelar partes importantes de la película, así que es mejor verla antes de seguir leyendo.

El planeta de Miller

El planeta de Miller es el primer planeta que los astronautas deciden visitar y comprobar que sea viable. Toman esa decisión en base a la transmisión de Miller con datos de unas condiciones favorables y a que la orbita del planeta esta próxima a la Endurance y ahorrarian mucho combustible. Al principio discuten si es oportuno visitar el planeta debido a la enorme dilatación temporal provocada por la próximidad de Gargantua, el agujero negro, que provoca que una hora en el planeta equivalga a 7 años en cualquier lugar fuera del alcance del agujero negro, pero finalmente Cooper da con una manera de visitar el planeta perdiendo el mínimo de tiempo posible.
En toda la situación no hay errores científicos aparentes excepto uno, que dejo para el final. Lo que si es remarcable de toda la situación es que a los 3 científicos de la nave les parezca bien visitar un planeta al borde de un agujero negro. De hecho, parece que solo son dos ya que el dr. Romilly dice "si aterrizamos allí estaremos peligrosamente cerca y un agujero negro de ese tamaño tiene un enorme tirón gravitatorio". Lo que traducido significa que el planeta va a ser destruido de un momento a otro, incluyendo todo lo que habite en él. Sin embargo los expertos científicos y el piloto espacial no tienen nada de sentido común y no ven ningún problema en explorar un planeta moribundo para que la humanidad se salve de otro planeta moribundo.

Creo que ya se entiende lo que quiero decir, pero es que hay más cosas que descartan el planeta de Miller.

Como muestran en la película, la proximidad del agujero negro provocaría brutales mareas en los oceanos. Pero el efecto de la gravedad no terminaría ahí, ya que el interior del planeta se vería afectado por las ondas gravitatorias y las fuerzas de marea (las diferencias de gravedad entre la parte del planeta más cercana al agujero negro y la parte más alejada) y se producirian terremotos continuos muy fuertes en la superficies del planeta por las diferencias de fuerzas en el nucleo. Y además muy posiblemente el planeta muestre la misma cara hacia el agujero negro como hace la luna con la Tierra, por lo que no hay ciclos de día y noche y siempre esta la misma mitad del planeta expuesta a la radiación gamma y de rayos X que emite el disco de acreción de Gargantua. Tal vez estas cosas no supongan que el planeta sea inhabitable dependiendo de la zona, pero si que conllevan problemas que solucionar.

Pero he dejado lo más importante para el final: nunca se habrían planteado visitar el planeta porque nunca habrían recibido la señal de OK de Miller.
Como ya se ha comentado, el planeta sufre de una gran dilatación temporal por la influencia de Gargantua, haciendo que una hora en el planeta sean 7 años a partir de cierta distancia del agujero negro. Esto produce que una señal de radio emitida desde el planeta llegue tremendamente distorsionada a la sonda que hay cerca del agujero de gusano. ¿Cómo de distorsionada? Pues por ejemplo si la señal de radio emitiese un valor binario como cero o uno durante un milisegundo, la sonda recibiría esa misma señal durante 61 segundos. Puede no parecer un inconveniente, pero en las telecomunicaciones se define siempre una duración de los valores para que varios valores iguales no se interpreten como un único valor de larga duración. Es decir, que lo que en el planeta es un solo cero, para la sonda serán 61.320 ceros seguidos uno tras otro.

Pero esto no acaba aquí, ya que la dilatación temporal alteraría también la frecuencia de radio emitida, reduciendola considerablemente. Si la radio de Miller emitiese por onda corta para atravesar la atmósfera del planeta, por ejemplo a 2MHz, la sonda recibiría la señal con una frecuencia de apenas 33Hz, seguramente muy fuera del ancho de banda admitido por la antena de la sonda por lo que la señal no se recibiría.

En conclusión, el grupo de exploradores espaciales no habrían recibido ningún OK del planeta de Miller, y de haberlo hecho por el mínimo de sentido común habrían eliminado el planeta como opción viable.

Los robots

No se puede discrepar mucho de los robots y su original diseño, ya que al fin y al cabo, cada día surgen nuevos y sorprendentes robots capaces de hacer cosas que no creíamos posibles, así que unos robots que hablen como personas y tengan sentido del humor puede ser posible en un futuro no muy lejano.
El error que yo veo es otra cuestión de coherencia interna de la historia, ya que para justificar que se mandan personas y no robots a comprobar los planetas es que los últimos no pueden improvisar ni adaptarse a las situaciones tan bien como lo haría un humano.
Es un buen argumento si no fuera porque vemos a TARS y CASE hacer chistes espontáneos como el de la luz como guía para volver a la nave, crear un soporte para la doctora Brand durante la ola gigante en el planeta Miller o realizar un acoplamiento en una situación posiblemente no prevista. Es decir, que para no saber improvisar, los robots se adaptan muy bien a situaciones nuevas y complicadas.
Alguien puede pensar que se trata de robots que no estaban disponibles cuando empezó el programa de exploración del agujero negro, pero en varias ocasiones señalan que los robots son excedentes del ejercito usados durante antiguas guerras, así que era tecnología que podrían haber usado.
Quizá, y como reflexión, podrían haber enviado a un solo humano con un grupo de robots que habrían explorado los planetas mientras el humano supervisaba sus movimientos. Pero entonces la película no sería tan interesante.

Más errores en el siguiente capítulo.

miércoles, 8 de abril de 2015

Última carta

Notaba una desagradable sensación, muy desagradable. Realizar aquel camino era como abrir una herida recién hecha para que así el dolor durara aun más y la herida tardara más en cerrarse. Era como si con cada paso que efectuaba, más cerca se encontraba de morir por el peso de su propio dolor.
El principio de aquella herida, que comenzó como de un simple raspazo en la piel se tratara, se sitúa en el momento exacto en el que ella recibió aquel mensaje por su teléfono móvil. Un mensaje proveniente de un número que se sabía de memoria, tanto como sabía leer. Un número que cualquier persona puede aprendérselo en un instante con toda facilidad con la simple circunstancia de sea de una persona: el novio. Y así era. Aquel mensaje provenía de su novio, al igual que la mayoría de los mensajes que ella recibía a lo largo del día. Habría sido otro mensaje más, otro de esos cariñosos mensajes que le enviaba su novio, si no hubiese sido por lo extremadamente corto del mensaje. En vez de aparecer escrito alguna frase cariñosa como siempre, esa vez, ese mensaje, tenia un escueto "adiós".
Quien más quien menos ya se le habría pasado por la cabeza, aunque solo fuera un instante, la más terrible sospecha: la relación se terminó. Aquellos momentos felices no se repetirán y se quedaran en simples recuerdos, que más tarde se convertirán amargos recuerdos. Pero entonces se comienza a pensar, y lo primero que viene a la cabeza es: una broma. Una gracia de las que hace a veces para asustarte un poco y ponerte a prueba. Se repite siempre la misma idea, continuamente, y piensas que es esa la razón del mensaje, pero siempre té queda esa pequeña sensación de inseguridad, que no se va de la cabeza. La herida ya ha nacido.
Ella entonces llega a su casa, dispuesta a no mandar ningún mensaje ni llamar por teléfono a su novio, como castigo a su broma a la que no encuentra gracia, y que ya ha borrado ese fastidioso mensaje. Piensa en no decirle nada, para que empiece a pensar, después a sufrir, y sea finalmente él el que llame. Pero esa noche no llama, ni tampoco envía más mensajes. Y entonces por su cabeza pasa la duda: ¿y si va en serio?
Esa noche sueña, un mal sueño. Sueña que algo le falta, que algo se le ha ido, que no va a volver y que algo ha hecho mal. Son temores, simples temores, no hay hechos que demuestren nada, pero son cosas inevitables, cosas que el cerebro piensa porque no deja de pensar.
Y al día siguiente ella es un alma en pena, consumida por una gran pregunta: ¿llamar o esperar? ¿Llamar y enfadarse o disgustarse o esperar y disgustarse? ¿Cuál es el mejor camino, si hay un camino bueno? Y para empeorar aun más las cosas no hay llamadas, ni mensajes, solo una casa en silencio.
Y entonces alguien a mediodía llama por teléfono. Y ella lo primero que piensa es que es él, y que llama por dos razones: disculparse o romper. Coge el teléfono con miedo, pero sintiendo la imperiosa necesidad de cogerlo.
Y entonces del otro lado sale una voz de mujer mayor, seca y algo afónica, que pregunta por ella. La reconoce, es la madre de su novio, alguien que ha tratado lo suficiente como para tutear. Entonces todas las dudas desaparecen y se convierten en una pregunta: ¿porque llama ella?
Pero antes de pensar en las posibles respuestas, en las posibles causas, una frase seca, afónica y titubeante dice:
-Julián a muerto.
Ella quiere llorar, quiere gritar, quiere patalear, correr a su cama y ahogarse entre las sabanas, pero no puede. No puede porque su cerebro no funciona, se le ha parado el corazón el tiempo suficiente como para que la sangre se le baje a los pies y se sienta atrapada, inmóvil con el teléfono en la mano pegado a la oreja. La vista se nubla y la herida se abre.
Más tarde, sin fuerzas y arrastrando el alma, ella se dirige a la iglesia donde se celebra el funeral. Una ultima despedida, espiritual y tradicional, que ella se dispone a cumplir, más como tramite que como un acto de voluntad. Y cuando acaba, la madre sin hijo entre lagrimas se acerca y la abraza. Ex-madre y ex-novia unen sus lagrimas y aquella le dice a la otra que su hijo dejo una carta para ella, y que le espera en su casa.
Y ahora va abriéndose su herida aun más a medida que va recorriendo los últimos metros hacia la casa del que era su novio. Y justo antes de llegar ve a un hombre, un empleado municipal, bañando la acera con una manguera y frotandola con una vieja escoba de cepillo. Junto al bordillo se escurre el agua, teñida suavemente de rojo.
Entonces la herida se hace más grande y tan profunda que casi la atraviesa. Un escalofrio recorre su espalda, eriza su nuca y la mantiene inmovil, con las pupilas dilatadas. No necesita preguntar a nadie, lo sabe bien ciertamente. La sangre es de Julián. La inseguridad y el miedo se ceban en ella mientras se hace una pregunta: ¿por qué? ¿Qué le impulsó a estrellarse contra la acera?
Su pulso se acelera mientras el ascensor sube. Baja en cuanto llega el piso y toca el timbre con furia. La herida es tan dolorosa que ya no la siente y ahora actúa por su subconsciente. Desea saber que hay en la carta para saber que clase de mal recuerdo ha de quedarle para toda la vida: sí una desesperante tristeza o una terrible furia. Abre la madre y ella la saluda en un tono tan bajo que no se oye. Entra adentro y se dirige a que anteriormente era el cuarto de su novio.
Un cartel cuelga de la puerta: "No toques nada, mama". Ella agarra el pomo, lo gira y lo empuja. En ese momento la puerta de la habitación que se abre en su cabeza descubre a su Julián, con la mirada perdida en un papel blanco. Pero en la habitación de verdad no hay nadie.
El dolor de la herida la ataca de nuevo y una lagrima se le escapa. Entra en silencio, despacio, sintiendo ese enorme vacío. Mira lentamente a su alrededor. La habitación de siempre, pero ahora sin dueño. Y encima de una cómoda un sobre con su nombre.
La coge con la mano temblorosa y la abre despacio. Siente autentico pánico por leer su contenido, pero no deja de pensar que aquellas son las últimas palabras que tendrá de su novio.
Comienza a leerla.

"Querida Marta:
Ante todo siento mucho por lo que estarás pasando ahora. Seguro que ahora mismo no te sentirás con fuerzas ni para permanecer de pie. Es posible que ya sepas bastantes cosas, no sé cuando leerás esta carta, así que seguramente te explicaré cosas que ya sabrás.
Pero antes de que empiece a entrarte en ciertos detalles, he de decirte algo que espero te ayude a entender lo que haré, o mejor dicho lo que he hecho, y sepas comprender que tenia buenos motivos.
Lo que he de darte son las gracias. Gracias por todo este tiempo que has estado conmigo. Gracias por esos momentos felices que me has dado. Gracias también por aquellas peleas que hemos tenido a veces, aunque no lo creas ahora soy feliz de haberlas tenido contigo. Gracias por ese tiempo maravilloso que hemos pasado junto nuestras familias y amigos. Gracias por ese tiempo aun más maravilloso que hemos pasado en la intimidad. Y sobretodo gracias por haberme... por quererme y por dejarme quererte. Gracias por nuestro amor. Siento que te debo la vida, que te debo mucho, y espero que entiendas que he tratado de devolverte el favor.
Ahora te explicaré el resto. Por si aun no lo sabes me tiraré, o me habré tirado por el balcón de casa. Es decir, que pienso suicidarme. Espero que no hallas creído que lo hago porque no soy feliz. Claro que soy feliz, por eso lo he hecho. El motivo es bien simple, voy a morir de todas maneras.
No sé si ya te lo habrán dicho mis padres, pero hace dos meses me encontraron un tumor. ¿Recuerdas aquellos dolores de cabeza? Los hacía esa dichosa bolita de carne enferma dentro de mi cabeza. Me dijeron los médicos que se había extendido mucho, que cubría una glándula del cerebro y que estaba muy adentro o algo así. El caso es que no se me puede sacar y la quimioterapia no me ayudara lo suficiente, tan solo me alargará un poco la vida. Entonces creo que por una vez pensé con claridad. Me quedaba poco tiempo vida, y aun menos de vida normal. En cuanto se me desarrollara el tumor lo suficiente empezaría a tener ataques o algo así. El caso es que ya mi vida me daba igual, pero no podía dejar de pensar en ti. No quiero que sufras por mi culpa, al menos más de lo necesario, y la sola idea de verte llorar porque tuviese un ataque o porque estaría muy débil por la quimioterapia me pone... No quiero hacerte sufrir en vano, no quiero que este pasando por una depresión por mi enfermedad y que después me muera de todas formas. No quiero que pases por el dolor de mi enfermedad si igualmente voy a morir. Por eso he decidido acabar con todo esto ya, sin que sufras tú y sin que sufra yo por hacerte sufrir. Puede que ahora en este momento te parezca que lo que hago sea una locura, pero considero que es mejor que pases por esto de una vez y no durante varios meses.
Solo espero que comprendas la posición en la que me encuentro, y que no me guardes ningún rencor.
Ahora es el momento de sigas tú con tu vida. Yo ya he tenido la mía, ahora trata de pasar sin mí y disfruta de tu vida, pero no me olvides.
Gracias una vez más.
Te quiero.
Julián."

Una lagrima cae sobre el papel y poco a poco va siendo absorbida.

La herida empieza a cerrarse.

viernes, 3 de abril de 2015

Errores científicos en el cine: Interstellar (I)

Interstellar, dirigida por Christopher Nolan y protagonizada por Matthew McConaughey y Anne Hathaway, es una película de ciencia-ficción donde un grupo de científicos viajan por un agujero de gusano para encontrar un nuevo mundo donde la humanidad pueda vivir, ya que la tierra se va haciendo poco a poco inhabitable.
La película es una maravilla visual y expone la parte humana de un viaje a lo desconocido por el espacio muy bien, devolviendo ese sentimiento romántico de la aventura espacial. Ha contado además con la asesoría de expertos en astrofísica para conseguir la representación realista de un agujero negro y de las distorsiones del espacio-tiempo que produciría a su alrededor.
Aún así cuenta con varios fallos científicos, algunos obvios y otros no tanto, que manchan esa etiqueta de "rigor científico" que tiene la cinta. Voy a desvelar cuales son esos errores, siempre desde la humildad porque no soy astrofísico ni ingeniero, no tengo la capacidad de decir que las ecuaciones relativistas usadas en la película están mal, pero si que hay cosas más sencillas y terrenales a mi alcance, que no he visto que se lleguen a señalar como errores en la película.
Bueno, ahí voy. Espero no equivocarme. Tened piedad si lo hago.

El fin de la Tierra

En la película explican que una plaga de bacterias se come los cultivos consumiendo el oxígeno en el proceso, haciendo inhabitable el planeta para los humanos en una generación, digamos que 70 años. Como premisa no esta mal, el problema surge al empezar a desarrollar los cálculos, y entonces nos encontramos que la cantidad de oxígeno del planeta es enorme. Pero ENORME.

Suponiendo que aproximadamente la troposfera terrestre tiene 12km de grosor de media, nos lleva a la buena cantidad de 8'72 billones (con b) de kilometros cúbicos de aire, el 20'95% del cual es oxígeno. Supongamos que las plantas se mueren de un día para otro y dejan de convertir el dióxido de carbono en oxígeno y queremos saber cuanto tardaría la humanidad, sin contar el resto de animales, en consumir un 5% de este oxígeno. Una persona en promedio consume 360 litros de oxígeno al día, o lo que es lo mismo, 0'36 metros cúbicos. Pues basta hacer el cáculo siguiente: el 5% del 20'95% de 8'72 billones de kilometros cúbicos menos 0'00000000036 kilometros cúbicos por 7 mil millones de personas. Es decir: 8'72*1012*0'2095*0'05-0'00000000036*7*109= 3'6*1010 días. Es decir, 99 millones de años. Y eso para consumir el 5% del oxígeno.

Si repasamos un poco la historia del planeta es normal ese resultado teniendo en cuenta que le llevo miles y miles de millones de años a los masivos microorganismos del oceano primigenio llegar a la cantidad de oxígeno que hay hoy en la Tierra.

Por tanto el hecho de que la humanidad se asfixie es bastante remoto. En cambio es posible que la humanidad muera de hambre si la plaga devora todo tipo de alimento posible y además esta misma plaga no es comestible. Pero con el tamaño de la Tierra, los vastos recursos naturales del mar y una buena planificación este proceso podría llevar siglos en producirse. Pero creo que antes habría surgido una cura para la plaga o una alternativa artificial de alimento.

Quizá habría sido un tópico, pero simplemente un meteorito chocando contra la Tierra en un siglo habría sido menos cuestionable.

El agujero de gusano

Para este caso no es ningún fallo científico, ya que teóricamente sería posible y además que tenga la forma de esfera es correctísimo. Sin embargo hay una contradicción aparente en el agujero de gusano.
Cuando la Endurance se acerca en órbita al agujero, podemos ver el otro lado como si de una ventana se tratase. Esto nos indica que la luz que entra en el agujero sale por él por el lado contrario de la esfera, como si el agujero fuera una bola de cristal.
El problema que yo veo es cuando la Endurance entra dentro del agujero, en el que atraviesa un túnel con luces hasta el otro lado. ¿Por qué ese túnel no se ve desde fuera? Si la luz ha pasado tan limpiamente, ¿por qué la nave no puede hacer lo mismo?
Creo que para mantener la misma lógica interna de la película, la nave debería haber atravesado más limpiamente el agujero, o este mostrar una superficie más caótica y con una imagen menos clara.

Ver el siguiente capítulo.

jueves, 2 de abril de 2015

Los años no me pesan


Yo al principio me sentía un hombre normal. Siempre me había sentido un hombre normal. Pero no soy normal. Mucha gente me ha dicho que les gustaría ser como yo. Pero ellos no han tenido que pasar por lo que he pasado yo, y no comprenden que todo lo bueno que ofrece mi anormalidad se tiene que pagar de alguna forma. Es precisamente la gran ventaja de mi anormalidad, lo que todo el mundo desea, lo que me ha hecho sufrir.

Mi niñez nunca fue muy destacada. Sacaba las asignaturas como podía, nunca destaque por encima de los demás, ni física ni intelectualmente. Y, modestia aparte, no era por falta de actitudes. Con un poco de esfuerzo llegue a la universidad, donde conocí a mi mujer. Conseguí mi titulo universitario y me puse a trabajar. Salte de trabajo en trabajo hasta que llegué a mi empleo definitivo, con buen sueldo y un ambiente agradable. Un año más tarde me casé con mi mujer, y año y medio después nosotros tuvimos nuestro primer hijo. Fue una etapa muy feliz, que no olvidaré nunca. Mi felicidad no solo provenía de tener una familia casi perfecta, sino también del convencimiento de que era una persona normal, integrada totalmente en la sociedad. Ahora me doy cuenta de que aquella idea de ser normal tenia su origen en una noción inconsciente de la existencia de mi anomalía que me apartaba de mi concepto de normalidad.

Esa anomalía no era apreciable por nadie en mis primeros años de vida, ni siquiera yo me di cuenta. Pero sus consecuencias en la madurez son muy evidentes y traumáticas, tanto como cualquiera de las enfermedades graves que circulan por el mundo. Sera por eso quizá por lo que yo la he llamado "mi enfermedad".

Mi enfermad empezó a manifestarse a mis cuarenta años. Salía del trabajo un día cuando me crucé con un antiguo compañero de la universidad. Los dos nos alegramos de vernos y comenzamos ha hablar de los antiguos tiempos. Al cabo de un rato me hizo notar lo poco que había cambiado en tanto tiempo. Yo le dije que no bromeara, que tampoco podía ser que estuviese igual. Él pareció convencerse, diciendo que me debía teñir las canas, porque no tenía ni una. Yo le dije que nunca me había teñido el pelo. Se llevó una sorpresa, e insistió en que yo no había cambiado en absoluto. Al verlo tan convencido, comencé a preocuparme. Cuando llegué a casa me miré al espejo. Ciertamente parecía un joven de veinte años. Me examiné con más detalle. Ni una cana, ni una arruga, ni una entrada, nada que aparentara mis cuarenta años. Mire a mi esposa. Tenia la misma edad que yo, aproximadamente, y el tiempo había dejado su paso, fino y pequeño, pero observable. Aquello me extraño mucho, pero no me preocupé, pensando que las canas y la caída del cabello pronto me darían un aspecto de viejo, ademas de quebraderos de cabeza.

Los años pasaron, y mi peine estaba limpio de pelos, blancos o no. Mi aspecto no había cambiado en absoluto. No así el de mi familia. Mi mujer ya empezaba a tener achaques y mis hijos se iban de discotecas cada fin de semana. Yo seguía igual que cuando tenia veinticinco años. Incluso mis hijos me decían que podía ir con ellos de marcha, que nadie se daría cuenta de mi edad. Pero yo les decía que no, porque aquello no sería propio de una persona de mi edad. Comencé a sentir que no encajaba en la sociedad, por que no encajaba en mi propia familia. Un día a mi mujer y a mí nos presentaron a los padres de una novia de mi hijo mayor. La pobre madre, sin conocimiento de quienes eran los miembros de mi familia le pregunto a mi mujer si yo era el otro hijo, el menor. A mi mujer le entró un poco de depresión, pero a mí me dolió que mi aspecto comenzara a separarme de mi familia. Y no porque fuera grotesco, sino porque prácticamente no había cambiado.

Pasaron más años. Tuve mi primer nieto, y con él vino el miedo a que la gente me confundiera con su padre. Yo ya doblaba la edad de mis hijos y parecía su hermano. Mi mujer padecía problemas en los huesos. Yo me sentía tan sano como un deportista olímpico. Deje de trabajar, lo que me llevo una pequeña depresión. Pero no deje de trabajar por que me despidieran, sino porque yo ya había llegado a la edad de jubilación estipulado en el contrato, de ahí mi depresión. Para mí, llegar a mi jubilación y que mi aspecto fuese el mismo que cuando entré era algo que me apartaba totalmente de mi concepto de normalidad, lo que me producía un dolor insoportable. Había dejado de ser como los demás, ya irremediablemente. Ahora destacaba por algo, algo que pronto seria mi maldición.

El tiempo pasó. Mi mujer murió, de vieja. Mis nietos ya estaban en el instituto. Yo pasaba de los setenta años, pero aparentaba escasamente cuarenta. Me encontré solo, incapaz de encajar en ningún grupo. Si aprovechaba mi aspecto para estar con gente joven, me era imposible no recordar historias de cuando ellos aun no habían nacido. Si trataba de juntarme con gente mayor, me sentía un objetor de conciencia mandado ha ayudar a gente incapacitada. Un día un conocido de la televisión me imploró, más que pidió, que acudiera a un programa de una televisión local donde él trabajaba. Yo accedí porque me dijo que había gente como yo. Pensé, en un arrebato de optimismo, que se refería a gente con mi misma enfermedad. Pero en realidad se trataba de gente mayor que se sentía joven. A mí me ocurría lo contrario, era joven siendo yo viejo. No pude echarme atrás a tiempo y tuve que salir en aquel programa. Rápidamente la noticia corrió de boca en boca y pronto fui una curiosidad, un muñeco de feria. Los periodistas y los curiosos llamaban a mi puerta, preguntandome cuál era el secreto de mi eterna juventud. Yo trataba de quitarmelos de encima dando las respuestas más increíbles. Fumar, beber, hacer deporte, rezar, saltar, no dormir... Trataba como podía de esquivar a la gente. Me sentí completamente anormal. Aquello fue muy duro, todo el mundo me decía que sabia que mi vida no era fácil y que lo comprendían, pero enseguida me pedían mi secreto milagroso. No, nadie me comprendía, y dudo que nadie me comprenda jamas.

Los siguientes años trate de pasar al anonimato. Una persona me dijo una vez que debía ser emocionante poder ver el futuro, aquellos acontecimientos que ningún ser normal podía ver. A mi no me importaba demasiado el futuro. Pero aquella persona tenia razón en una cosa: podía aprovechar mi condición de aparente juventud eterna para explorar mundo. Ademas, y es lo que inclino la balanza a su favor, en el extranjero nadie sabía quien era, así que podía pasar por un simple turista. Durante años viaje por todo el mundo: las montañas del Tibet, la selva amazónica, el gran desierto australiano... Aprendí varios idiomas, bien aprendidos, porque tiempo no me faltaba.
Fue la época más feliz de todas, y la única vez en que supe aprovechar mi enfermedad, sin que esta me causara muchos problemas. Pasado un tiempo, pensé que con aquel tren de vida mi salud y mi aspecto se habrían deteriorado. Me mire al espejo y me comparé con una foto mía. Exceptuando el suave moreno que el sol australiano me dejo en la piel permanentemente, nada había cambiado. Aquello ya era demasiado increíble. Ni yo mismo habría imaginado nunca el alcance de mi enfermedad, capaz de hacerme inalterable a cualquier esfuerzo físico o exceso climatológico. Comencé a pensar que aquello era una maldición divina.

Pasé muchos años en el extranjero. Pensé que ya nadie se acordaría de mi. Al llegar a casa, me encontré con que mis hijos eran unos ancianos, y mis nietos ya se habían casado y habían tenido hijos. Aquello me recordó a mi mujer, y pensé en lo horrible que era ver como todos mis seres queridos morían... de viejos, mientras que yo estaba fresco como una lechuga. Llegó el día de mi cumpleaños, que ya no celebraba, maldecía, y gran cantidad de personas vinieron a verme, diciendome que era el abuelo del mundo. Por si no había sido suficiente trauma, me dijeron que hacía tiempo que había superado el récord, pero que no había estado localizable. Pensé que si hubiera llegado a aquellas circunstancias viejo, con artrosis, achaques y en silla de ruedas, me habría alegrado. Pero estaba en una formidable condición física, lúcido y joven. Incluso me sentí culpable porque pensaba que yo había hecho trampas, que no merecía ninguna mención o reconocimiento. Deseé incluso que alguna enfermedad tropical me hubiese impedido llegar hasta aquella situación.

Llegué a los ciento treinta años y mi aspecto era el de un cincuentón. Deje de ser una curiosidad para ser un caso excepcional que debía ser investigado por la ciencia. Al principio rechace la idea de ser un conejillo de indias, pero en el fondo tenia curiosidad por saber los orígenes de mi enfermedad, y pensé que si tenia suerte, no aguantaría alguno de los experimentos que mi imaginación, mi subconsciente esperaba que me hiciesen. Acepte ser analizado para encontrar la causa de mi enfermedad. Me esperé agujas, inyecciones, bisturis, experimentos y operaciones complicadas. Pero ya habían pasado los tiempos medioevales y una simple muestra de sangre y orina, analizados por un ordenador, fueron suficientes para encontrar el origen de mi enfermedad: una mutación genética en dos cromosomas. Según me explicaron, uno hacía que mi metabolismo eliminara de forma eficaz ciertos radicales libres que provocaban la vejez. El otro prevenía las enfermedades derivadas de la edad. Yo no lo entendí muy bien, pero al oír la palabra genético sentí un gran miedo, miedo a que mi hijos y mis nietos y biznietos pasaran por lo que yo, pero recordé la extrema vejez en la que se encontraban mis hijos, lo que demostraba que no padecían dicha enfermedad. La explicación que me dieron fue que tuve una mutación fortuita, que no se transmitía de generación en generación por no se qué incompatibilidad genética. Aquello fue un alivio para mi, porque no deseaba a nadie tener que pasar por lo que pasaba yo tal y como lo pasaba yo, solo.

Hoy ya tengo más de ciento cincuenta años. Los científicos que me atendieron todavía no encuentran explicación posible a mi mutación, pero si saben que podría seguir viviendo sin problemas más allá de los doscientos años. Mis hijos ya han muerto y mis biznietos ya han tenido hijos. Podría pasar por el hijo de mis nietos, el hermano mayor de mis biznietos y el padre de mis tataranietos. Ya no tengo tantas visitas de periodistas o curiosos, pero creo que es por que los que me conocieron ya están muertos. Ya no tengo amigos, porque estoy cansado de ir a sus funerales. He oído decir que hay millones de euros en juego en una macro porra no oficial que se ha hecho con motivo de acertar la cantidad total de años y meses que seguiré viviendo. El hecho, aunque macabro, me divierte. Sobretodo lo que me parece irónico es que medio mundo ha deseado alguna vez la inmortalidad, y cuando alguien la consigue, es decir yo, no la quiere. Nunca deseé que la naturaleza, los dioses o el azar me brindaran tal regalo, que seguro hubiese sido mejor aprovechado por otras personas mucho más importantes o inteligentes. Pero hay algo que me ha enseñado esta enfermedad y que una y otra vez he comprobado que era cierto. Cuando alguien destaca sin quererlo ni proponerlo, preferiría haber continuado siendo normal.